miércoles, 16 de febrero de 2011


DIOS PUSO EL CIELO, CHIVAS LAS ESTRELLAS.
Siendo domingo al mediodía, y en víspera de una contienda futbolera me encuentro con Fernando González, un joven de 23 años, quien me ha invitado a su casa para ser testigo de su afición por el club Deportivo Guadalajara, o lo que comúnmente conocemos como  Chivas.

Desde el primer  momento lo noté orgulloso de portar los colores rojiblancos, ya que como si fuera parte de un ritual, se puso el atuendo adecuado para dicho evento, playera del equipo, shorts, bufanda, Chiva futbolera, etc. Así, mientras observaba su recámara dijo:” ¿sabes? Yo sigo a Chivas desde que era pequeño, pero me hice fanático desde el 1997, porque los vi ganar su décimo campeonato; lo recuerdo bien porque jugaron contra Toros Neza y ganó 5-0, entonces eso hizo que sintiera una conexión muy agradable que me hizo tatuarme los colores rojiblancos en la piel”.

Fernando comenta que los motivos principales por los cuales sigue al equipo son dos, el primero es porque es un equipo de mexicanos, han ganado 11 torneos, son los mejores en el ámbito mexicano y porque tiene mucha afición;  el segundo motivo es porque ha sido su forma de asirse a algo positivo en momentos de fracasos escolares, profesionales y sentimentales, ya dice que aunque tengas problemas, el equipo te hace feliz por lo menos 2 horas, y eso para él es fundamental.

Para este momento había comenzado la contienda, y justo en el momento en que Luis Michel paraba un penal de Leandro Augusto, vino a mi mente que tal vez dentro del equipo había para Fernando un icono al cual seguir, pero su respuesta fue escueta al contestar: “ dentro de la institución ha habido personajes admirables, pero con el tiempo vas cambiando también de ídolo, por ejemplo, en un principio admiraba a Oswaldo Sánchez, después fue Omar Bravo, seguido por Chicharito, y en la actualidad Michel se está convirtiendo en un elemento importante también”.

Ya siguiendo esta misma línea, le pregunté por lo invertido en esta pasión, a lo cual explicó que tienes que destinar , tanto tiempo como dinero, e incluso lo comparó con una religión ya que dice que a semejanza de esta última, no te puedes perder un partido, debes tener todo lo que salga del equipo, y por supuesto eso cuesta, por ejemplo la última playera cuesta alrededor de $1000, la revista semanal que costaban en un principio $17 ahora son consideradas antiguas, y  cuestan aproximadamente $200, periódicos, shorts, pants, listones para el celular, posters, guantes, bufadas, calcetines, cuadernos, plumas, cobertores y un sin fin de souvenirs, que como buen aficionado debes tener. 

Entonces, ante tantos productos del rebaño sagrado, le pregunté la opinión que tienen sus padres al respecto, a lo cual respondió riendo: “ya se acostumbraron, sólo me dicen ¡estás bien loco! pero nunca en tono de insulto, ya que prefieren que tenga este “vicio” positivo que cualquier otro”

Para este momento pasaban los noventa minutos de la disputa futbolera, y ya casi terminaba la  breve plática con Fernando, quien para acabar comentó que si sus posibilidades económicas se lo permitieran formaría parte de una porra,  pero que por el momento se conforma con hacer lo que hasta ahora ha realizado, y se despidió coreando una porra, la cual es una de sus favoritas:

“Ya me voy para la cancha, ya me voy a ver a Chivas,
a mi no me importa nada, deportivo yo te quiero,
mi corazón pintado tricolor te quiere ver campeón,
contigo festejar, cien años muchos más,
celebra el país con fiesta y carnaval…”

Y llegando el marcador a 1- 1 contra los Pumas de la UNAM, fue como terminó mi agradable charla con este alegre joven. 


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